COMO CUIDAR EL ALMA...Mensaje por el Obispo Ángel María Hernández

COMO CUIDAR EL ALMA

Mensaje por el entonces 

Obispo Ángel Ma. Hernández

Según la antigua Palabra de D-s y los recientes mensajes del Señor revelados a Sus ungidos, el Señor nos está avisando con emergencia del inicio de grandes pruebas Cristianas.  

Por tanto debemos estar apercibidos y saber como cuidar y conservar nuestras almas.  Los objetos materiales se cuidan según su valor, y si el valor mide el cuidado, no hay nada tan digno de cuidarlo como nuestra alma.  El alma tiene un enemigo poderoso que la puede destruir en unos instantes y este es el pecado.  Dijo D-s por medio de Ezequiel:  "El alma que pecare, esa morirá".  El pecado es la única enfermedad mortal del alma.  Por tanto, deje de pecar definitivamente y estará seguro de que su alma limpia y viva se unirá a su nuevo cuerpo espiritual en la resurrección del día final (1Cor. 15:40,44).

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"Bienaventurados los que tienen parte en la primera resurrección" (Ap. 20:6).  ¿Quiere usted gozar de esa dignidad y evitar la muerte segura que irremisiblemente le lanzará en el fuego eterno?  Haga un propósito firme de renunciar totalmente al pecado.  Nuestro Señor J.C., no queriendo que ninguna alma se pierda ha puesto en nuestras manos una poderosa batería espiritual, compuesta de distintas piezas, y éstas son las siguientes:  La constante oración, el estudio diario de la Palabra de D-s, los frecuentes ayunos y la doctrina diaria a otras almas.  Emplee su tiempo en los distintos procedimientos espirituales que el Señor ha puesto en sus manos a fin de que no esté ocioso.  El tiempo es corto, y si en ese corto tiempo bien aprovechado espiritualmente consiste la salvación del alma, ¿Por qué estar ocioso?  

Cuide su alma por medio de la actividad espiritual.  ¿Qué negocio tiene usted podrá emprender que gane tanto en tan poco tiempo?  Si usted cree y tiene fe, tendrá que dar una respuesta afirmativa a esta pregunta.  Procure cuidar su alma, que que se aproximan persecuciones para los Cristianos.  No le tema a esas persecuciones para los Cristianos, ya que el hombre más poderoso de la tierra tiene sus obras limitadas por la manos poderosa de D-s.  Por tanto, sólo podrán hacer en nuestra contra lo que el Señor les permitiere.

Dijo nuestro Señor JC.,:  "No temáis a los que matan el cuerpo y después no tienen más que hacer.  Temed a D-s, que después de quitar la vida tiene poder de echar en el fuego eterno" Lc. 12:4,5.  Tenga usted temor de D-s y no dé lugar por medio del pecado a que nuestro buen D-s en LEALTAD a su santa Ley, tenga que destruir su alma.  "El no quiere que ninguno se pierda", y está dando la oportunidad de salvación ahora.  Dice el Apóstol Pablo a Timoteo en su segunda Epístola 2:13:  "Si fuéramos infieles Él permanece fiel, no se puede negar a Sí mismo".  Esa ESTRICTA FIDELIDAD a su soberana Ley cancela su bendita misericordia y pone en vigor su severidad.  En Rom. 11:22 dice:  "Mira pues la bondad y la severidad de D-s; la severidad ciertamente en los que cayeron: mas la bondad para castigo si permanecieres en la bondad; pues de otra manera tú también serás cortado".

A ningún otro pueblo D-s amó tanto como al pueblo de Israel, mas por su desobediencia, se ció obligado a desecharlo.  Él PRACTICA LA SEVERIDAD EN LEALTAD A SU SANTA LEY.  "No se puede negar a Si mismo".  Negarse a Si mismo es negar Su divina Ley.  Él y Su Palabra (Su Ley) son inseparables.  El plan de D-s está dividido en dos partes; la primera es un plan de salvación para los que obedecen y perseveran hasta el fin; y la segunda parte, un plan de condenación para los desobedientes e inconstantes;  Misericordia para el primer grupo, y severidad para el segundo (Salmos 18:26).

SI D-S EN OBEDIENCIA A SU LEY CELEBRARÁ SU SANTO JUICIO, ¿QUIÉN ES USTED PARA QUEBRANTAR ESA LEY VOLUNTARIAMENTE?

¡CUIDE SU ALMA!  PORQUE DESCUIDARLA ES PECAR, Y EL PECADO ES TRANSGRESIÓN DE LA LEY DE D-S.

-Apóstol Ángel Ma. Hernández

Hernández, Apóstol Ángel Ma. "Como Cuidar el Alma." El Mensajero de los Postrero Días [Habana, Cuba] Junio 1948, Año 9 Núm. 5 Pg. 9. Print.