11 de Febrero del 2013
La Gracia y la Fe
La gracia es un don que D-s nos ha dado para salvarnos; pero necesitamos la fe, porque la fe es un don que D-s da también. La gracia es como la comida, y la fe la cuchara o el tenedor que se usan para llevar el alimento a la boca. La gracia mezclada con la fe en el “Bien Obrar”, producen el alimento de la salvación.
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| Photographer Josh Alonso |
D-s da la gracia para que el hombre conozca el Evangelio. Al conocerlo, si mezclas la fe, lo vas a recibir o de lo contrario lo vas a rechazar, en ti está la decisión. El Evangelio te libera, te abre los ojos; la fe te ayuda a conseguir la salvación que viene por medio de la gracia de J.C y D-s te manda a estar en el “Bien Obrar”, de otra manera no somos nada. Metafóricamente la raíz de un árbol viene siendo la gracia, porque ella sostiene todo el árbol; entonces la fe viene siendo el fruto. Dijo el Señor J.C, “por sus frutos los conoceréis”, los frutos dan testimonio de quienes somos y en quién está fundada nuestra fe.
La gracia está ahí. D-s te lo ha dado, pero tú como árbol tienes que producir frutos por medio de la fe. No por obras, pero hay que estar en el “Bien Obrar”, así lo entendió el Apóstol Pablo, “Empero por la gracia de D-s soy lo que soy: y su gracia no ha sido en vano para conmigo; antes he trabajado más que todos ellos: pero no yo, sino la gracia de D-s que fue conmigo”1Cor 15:10.
La fe y la gracia van juntas, [Santiago 2:14]. Se cree en J.C porque si no se cree por medio de la fe no hay salvación. Hay que creer en el Hijo de de D-s, tienes que estar seguro que Cto. murió y resucitó [1Cor 15:1-4]. Y por la fe que habita en nosotros creemos que un día también resucitaremos, porque por su gracia fuimos llamados y por la fe seremos salvados, porque la gracia y la fe caminan de la mano.
Pero para entrar a esta pacto de la gracia, se entiende que aparte de la fe, se necesita poner en práctica la obediencia a los mandamientos de D-s, 1Juan 2:4-6, y así obtendremos la verdadera fe genuina de J.C., la cual sólo es producida a través de la obediencia en la cual se identifican los verdaderos creyentes de esa gracia que vivifica.
-Apóstol Caesar Rivera
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