Monday, July 9, 2012

Ungida Jacquelín Sánchez...desde Chicago, Illinois., EE.UU


Testimonio de Jacquelín Sánchez

Cuando tenía 16 años, unos meses antes de dedicar mi vida al Señor, tuve un sueño...
Misión de Chicago, Illinois
Soñaba que me encontraba dentro de un barco.  El barco era considerablemente grande y hermoso.  Éste conservaba un color muy blanco y todos sus marcos eran de un color oro rutilante.  Entonces me miré dentro de un pasillo muy largo y al final se encontraba nuestro Apóstol Caesar Rivera que iba dirigiéndose hacia mí.  Yo miraba que se paraba enfrente de una majestuosa puerta y me decía: “Sígueme”. 
Yo lo seguí hacia a dentro de aquella puerta y detrás de ella había un cuarto blanco fulgurante que despedía un intenso resplandor.  Seguidamente el Apóstol se dirigió hacia otra puerta, sin embargo, cuando yo quise entrar por ella el me volteó a ver y me dijo, “Aún, No”.  En ese momento entendí que aún no estaba preparada y entró un gran temor dentro de mí.  No mucho tiempo después de haber recibido este sueño el Señor en su inmensa misericordia me bendijo y recibí la promesa de Su Espíritu Santo.
    
Artist S.M. Juan Rodriguez
Durante el transcurso de los años he tenido que pasar por luchas y pruebas, no obstante, las he pasado de la mano del Señor.  Aún más, he llegado a cometer errores puesto que son parte de nuestra condición humana, más los he rectificado y enmendado.  Actualmente estoy viviendo una de las pruebas más grandes y difíciles en mi vida, pues siempre había vivido al lado de mis queridos padres que hoy por hoy no se encuentran conmigo, y me he quedado sola sin mi familia carnal desfilando en la iglesia del Señor. 
A pesar de esta prueba, se que mi Familia Espiritual siempre va ha estar allí para ayudarme.  Ellos son mi padre, mi madre, y mis hermanos.  Ellos son aquellos que hacen la voluntad de mi Padre que está en los cielos.  Yo se que siempre que me ponga de rodillas y le clame al Señor miraré hacia atrás y solo podré ver un par de huellas sobre la arena.  En ese momento podré decir con certeza en mi corazón que ese par de huellas pertenecen a mi Padre, pues él en los momentos más difíciles me ha cargado y sostenido.  

Al final del camino de aquel largo pasillo no pierdo las esperanzas de algún día poder entrar por aquella puerta.  Amén.

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